mitología

  • Todos hemos escuchado el nombre de Baal, y casi siempre lo asociamos con algo oscuro: un dios “malo” de la Biblia, ese al que supuestamente le gustaba que le sacrificaran niños, como a Moloch… o al menos eso nos han contado en sermones, películas y hasta en canales de YouTube. La verdad es que esa imagen nace menos de quién fue en realidad y más de cómo lo pintaron después: la narrativa bíblica dominante lo convirtió en enemigo de Yahveh,  los cristianos lo hicieron principe de los demonios y siglos de repetir esa historia lo dejaron marcado como villano.

    Pero cuando uno se asoma a la historia de los fenicios y de otros pueblos semíticos, resulta que Baal no era un dios único ni un demonio. De hecho, Baal ni siquiera era un nombre propio, sino un título de respeto: “el Señor”.

  • Este mito tiene su origen principal en un libro del siglo XIX titulado:

    "The World's Sixteen Crucified Saviors; Or, Christianity Before Christ…"
    de Kersey Graves, un autor que, aunque creativo, carecía del más mínimo rigor académico. En ese libro se afirma que al menos 16 figuras religiosas previas a Jesús fueron crucificadas y compartían detalles similares en sus historias: nacimientos virginales, adoración por magos, resurrecciones, etc.